top of page

La vida te está poniendo a prueba de forma constante. Los obstáculos en el camino siempre están, pero bien es cierto que muchas veces nosotros mismos los colocamos torpemente en nuestro andar. Yo estaba en una tesitura parecida ante este maratón, no sabía si se trataba de un reto, de una locura o de una prueba más de que mejorar es posible si crees en tí por encima de todas las cosas.

 

Si habéis leído el relato anterior de "Correr o morir" recordaréis las circunstancias médicas vividas en la pasada navidad. El hecho de que para estas fechas yo tuviera que estar iniciando mi rehabilitación en el plano deportivo, comenzando a trotar suave y a recorrer de inicio pequeñas distancias, hacía a los ojos de cualquier observador externo que correr un maratón fuera toda una locura que podría incluso atentar contra mi vida y/o mi estado de salud.

 

Nada más recibir el alta hospitalaria el 28 de diciembre pasado, mi cabeza se fijó el objetivo de hacer todo lo posible por llegar a Sevilla para correrlo, al menos intentando hacer el mayor número posible de kilómetros y con la máxima dignidad posible. A medida que fui avanzando en mi reto de superación, y a medida que se acercaba el 23 de febrero, observaba como lo que parecía imposible semanas atrás podía ser una realidad e igual llegaba en condiciones de cruzar la meta en el que sería mi 4º maratón en tan sólo 2 años (todo comenzó en Sevilla justo hace ahora eso, 2 años).

 

Mis entrenamientos no pensaban en Sevilla, tan siquiera lo hacía yo, sólo pensaba en mejorar, en recuperar mi salud y en volver pronto al estado de "corredor" que demostré en el maratón de Málaga. Por eso, cuando el domingo pasado a las 8:30h estaba en la carpa VIP de los atletas rodeado de los Antón, Fiz y compañía, al lado de la élite granadina como Modesto o Mounir, y acompañando a mi compañero y amigo Pablo Castillo a ser el globo de las 3h. 30 minutos, por eso, supe que todo el esfuerzo ya había merecido la pena...

 

La idea hacía 2 semanas era correr este maratón de forma tranquila, pensando en las 4 horas y siempre y cuando tuviera permiso de los médicos para poder hacerlo. Los resultados de las analíticas justo 1 semana antes me daban el OK para intentar cruzar la meta pero lo que nadie se atrevía a decir era cómo hacerlo...

 

Una semana antes del maratón, Pablo me propuso acompañarle como liebre del grupo de 3h30min., ya que él había sido designado por la organización para tal responsabilidad, pero por otro lado y aun siendo un atleta de mucho nivel y trayectoria, nunca había corrido un maratón. Para mi era todo un honor que pensara en mi como su escudo, como su "suplente" por si las cosas no le salían como él pensaba, pero por otro lado era además de una enorme responsabilidad, todo un reto personal, yo no había entrenado para este maratón, yo había entrenado para volver a correr, para volver a nacer... y ahora debía hacer más de 42kms en 3 horas y 30 minutos. Sinceramente me daba mucho respeto y miedo tal misión, y así se lo hice saber a Pablo. Yo me comprometí a acompañarle hasta que mi cuerpo y mis piernas me dijeran basta, y en eso quedamos.

 

De estas guisas nos plantamos a las 9 de la mañana ambos con 2.000 personas detrás nuestra pendientes de nuestras zancadas, de nuestros ritmos, de nuestro globo!!!, y que quieren que les diga, cuando me planto en la linea de salida de un maratón me transformo, soy otro, soy todo un maratoniano.

 

Comenzamos a correr teniendo que ir poco a poco recuperando todo el enorme tiempo perdido en la salida, comenzamos a correr disfrutando como enanos de la experiencia, comenzamos a correr sintiéndonos grandes, comenzamos a correr y desde el kilómetro 1 yo ya sabía que lo iba a conseguir. Nunca antes corrí tan sobrado, tan fácil, tan suelto un maratón. Es cierto que en los últimos 3 kilómetros se me vino el muro de golpe y porrazo, pero ya solo quedaban 3 kilómetros y era cuestión de echarle un par...como así hicimos. Todo el camino fuimos Pablo y yo juntos, hablando, bromeando, comentando cosas con la gente, regulándonos, calculando ritmos y poniéndolos en práctica como un perfecto reloj suizo. Todo el maratón fue un disfrute sin igual, una experiencia más, un sentir que me hacía ver que yo he nacido para esta carrera y no para ninguna otra. Aun a psar de todo lo sucedido estaba siendo capaz de correr otro maratón más y además hacerlo a los ritmos que lo estaba haciendo, sin que las pulsaciones se dispararan nunca por encima de las 168-170, con la soltura de un corredor experto cuando no soy nadie en esto del correr. Había creido en mi todos estos días y también ese día, había creido en mis capacidade y en mi fortaleza mental, y hoy todo salía a pedir de boca.

 

Aun a pesar de haber hecho casi 700 metros de más, aún a pesar de que hasta el kilómetro 1 pasaran más de 7 minutos y medio, aun a pesar de todo eso, corrí mi 4º maratón en 3 horas 28 minutos y 43 segundos, y os puedo asegurar que ha sido el mejor maratón de mi vida, porque hoy me di cuenta de que SOY UN MARATONIANO!

 

Cree en tí, cree en que podrás... y lo normal es que lo logres.

 

Francisco J. Ruiz Molina. 24 de febrero de 2.014

Maratón de Sevilla 2.014

El día en el que supe que era un maratoniano.

© 2013 by Francisco Ruiz. All rights reserved.

bottom of page